
Un tren de vías estrechas se desliza por el Valle Sagrado de los Incas hacía la pequeña estación de Aguas Calientes.
La humedad empapa las camisas de los turistas, pero a nadie parece importarle, ya que estamos llegando a una de las mecas de todo viajero: Machu Picchu.
Subimos por el camino de tierra hacia la ciudad perdida de los incas, el bosque tropical lo envuelve todo.
Machu Picchu significa "montaña vieja" y se trataba de una ciudad construida en un lugar casi invulnerable, rodeada de profundas gargantas con ríos caudalosos como el Urubamba y selvas impenetrables que la ocultaban.
Machu Picchu tenía un gran papel para acceder al agua potable o a terrazas de cultivos y también era un importante centro de administración y un santuario, con edificaciones de gran lujo, templos e incluso cementerios.
Cuando cae el sol ya los autobuses se han ido hacia la estación de tren y mientras bajamos caminando, el atardecer nos arropa con los sonidos de la selva y Machu Picchu revive sus sueños en el comienzo de la noche.
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